EL ORIGEN DE LAS ENFERMEDADES CEREBRALES

Álvaro Pascual-Leone empezó su intervención señalando que en los últimos años se está aprendiendo mucho sobre el cerebro y que existe una fuerte motivación en el ámbito médico por trasladar este aprendizaje a los enfermos. Al mismo tiempo, se están desarrollando tecnologías para manipular el cerebro, lo que implicará, más tarde o más temprano, un debate sobre qué límites hay que establecer frente a las posibles intervenciones en el cerebro humano.

Un cerebro sano es un objetivo principal para la salud en general. La mayoría de la población americana, por ejemplo, teme desarrollar demencias que, por otra parte, son muy frecuentes. 

¿Qué sabemos del cerebro hoy en día? Planteó Álvaro Pascual-Leone. La primera respuesta a esta pregunta de gran alcance es que en el cerebro existen 1014 conexiones de neuronas de una persona de 20 años en adelante. 

El cerebro vive en modificación constante y se producen continuamente en él  nuevas conexiones en un proceso muy dinámico. Esto tiene que ser así porque -según Pascual-Leone- es la manera más eficiente de adaptarse a los cambios del entorno.

El cerebro vive en modificación constante y se producen continuamente en él nuevas conexiones

Ese entorno, apuntó, suele cambiar a veces mucho más deprisa que la reacción que cabe esperar en el cerebro humano. Aunque este también puede ir rápido ya que funciona con redes neurales (conexiones cambiantes). Cuando se producen alteraciones en este funcionamiento, eso da lugar a las enfermedades cerebrales, que son la primera causa de discapacidad en el mundo. Su impacto a nivel global, ahora mismo, es incluso mayor que el cáncer y las enfermedades cardiovasculares juntas.

SALUD CEREBRAL PARA TODA LA VIDA

Las proyecciones indican que el impacto de estas enfermedades cerebrales tenderá crecer sobre todo en los países pobres y en las mujeres (debido a su mayor esperanza de vida). La prolongación de la vida, que es un éxito de la medicina general, comporta en contrapartida un mayor riesgo de aparición de enfermedades cerebrales. 

La parte más triste de todo ello -en palabras del catedrático de neurología- es que se ganan años, pero no todos ellos son de vida sana. Por esta razón, Naciones Unidas ha declarado 2021-2030 la década del envejecimiento saludable.

A pesar de estas proyecciones, Pascual-Leone indicó que hay esperanza ya que, en el caso concreto de las demencias, su impacto se ha reducido un 13% en las tres últimas décadas, según apuntan todos los estudios sobre la materia. De ello se desprende que es posible reducir el impacto de estas enfermedades incluso si la la esperanza de vida se sigue prolongando. 

Reducir el impacto de estas enfermedades es posible con un programa de salud cerebral que suponga un seguimiento de las personas a lo largo de su vida. 

La prolongación de la vida, comporta en contrapartida un mayor riesgo de aparición de enfermedades cerebrales.

Es un abordaje distinto del tradicional, donde solo se visita al médico cuando hay un problema. Su ventaja radica en el hecho de que las enfermedades del cerebro empiezan a manifestar síntomas 10 y hasta 15 años después de su aparición y por tanto pueden pasar fácilmente inadvertidas a no ser que se haga ese seguimiento continuo.

Con un programa de salud específico se podría dar al paciente más posibilidades de sobrellevar dichas enfermedades. Una de cada 4 personas con Alzheimer no desarrollará demencia nunca. Esto es así porque  existe un substrato biológico de resiliencia que todavía hay que investigar y comprender.

CÓMO FUNCIONA REALMENTE EL CEREBRO

Las neuronas y las redes neurales oscilan a una determinada frecuencia y con unos determinados patrones espaciotemporales. En el caso de una alteración de esos patrones por la razón que sea (estrés, agresión, insulto, malestar) el cerebro es capaz de cambiarlos. 

En la medida que estos patrones se conozcan se podrá intervenir sobre el cerebro. En concreto sobre síntomas, emociones y discapacidades. Intervenir significa en este contexto restituir los patrones y restaurar la estructura preexistente. 

Para hacerlo se necesitan marcadores que permitan identificar qué red neural se asocia con un determinado comportamiento y cual es su oscilación. Estos marcadores reciben el nombre de biomarcadores de perturbación. 

Las personas que mantienen dinámicas de comportamiento más joven mantienen también sus capacidades cognitivas

El conocimiento sobre cómo funciona este mecanismo se obtiene de experimentos con técnicas no invasivas de estimulación que “perturban” de forma controlada un punto del cerebro de manera que se pueda medir la respuesta del cerebro. 

Se ha visto que la “perturbación” de diferentes puntos del cerebro da lugar también a respuestas diferentes que se pueden caracterizar con precisión.  Cuanto más avanzada es la edad es la persona la variabilidad en las respuestas se incrementa.

Asimismo, se ha observado que, independientemente de la edad, las personas que mantienen dinámicas de comportamiento más joven mantienen sus capacidades cognitivas y a veces incluso las mejoran. 

Hay que ver la actividad cerebral como un continuo a lo largo de la vida, en el cual ciertas habilidades mejoran y otras empeoran, pero no todo empeora de forma absoluta por el hecho de tener más edad. Ciertamente, de mayor cuesta más aprender. Sin embargo, aumenta la capacidad de captar la complejidad y de interrelacionar distintas ideas y aspectos. Es lo que comúnmente se llama sabiduría.

Con estos nuevos métodos emerge un modelo que permitiría incluso predecir las funciones cognitivas de la persona incluso a 4 años vista.

SALUD GENERAL Y SALUD CEREBRAL

Álvaro Pascual-Leone  habló sobre un estudio que se lleva a cabo en el marco del Barcelona Brain Health Initiative, con el apoyo de La Caixa i el Institut Guttmann, y que cuenta con 7.000 participantes divididos en diferentes subgrupos. La idea del estudio es ver si la salud general depende de la salud cerebral. Y, en este sentido Pascual-Leone explicó que ya se sabe que un 60% de la salud general depende de la cerebral. 

Después de conocer estas interrelaciones, la pregunta más importante es, en opinión de Álvaro Pascual-Leone, qué se puede hacer para tener un cerebro más sano.  Las respuestas habituales incluyen: dormir adecuadamente, hacer ejercicio, mantener una buena nutrición, mantener retos cognitivos, tener definido un propósito vital. Y así es porque dos tercios de la salud cerebral depende de estos factores. 

Es importante para la salud cerebral tener un propósito vital definido

Igualmente, se ha descubierto que todos los factores son igualmente relevantes y que tienen un efecto directo sobre la función cerebral, pero que el hecho de tener un propósito vital definido actúa como un factor “mediador” que vincula todos los demás. 

Lo fundamental del propósito, según Pascual-Leone, “es que tiene que ser algo que trascienda a uno mismo”. Es importante también no sentirse solo y eso es independiente de la cantidad de relaciones que se tienen, sino que está relacionado con la calidad. 

EL IMPACTO DE LA PANDEMIA

En el estudio del Barcelona Brain Health Initiative se ha observado asimismo la incidencia de la pandemia en la salud mental de 2500 personas con el siguiente resultado: con el confinamiento algunas personas han mejorado y otras han empeorado. Globalmente predomina el segundo efecto, pero a algunas personas en particular les ha venido bien esta situación.

 La pregunta que esto genera es: ¿hay algo en el cerebro que predisponga a esta capacidad de resiliencia frente a una adversidad? Se ha visto que hay un núcleo de actividad cerebral concreto en el lóbulo prefrontal izquierdo que predice cómo una persona podrá afrontar este tipo de acontecimientos inesperados. Si esto es así para este aspecto particular, cabe deducir que hay otros puntos del cerebro que posiblemente estarán relacionados con otras cuestiones o dolencias y ello abre la puerta a realizar una acción preventiva.

Algunas personas han llegado a mejorar su salud mental durante la pandemia

Si se puede identificar como responde una determinada red cerebral en cada persona a situaciones concretas, se podría intervenir con técnicas de neuromodulación para prevenir el impacto indeseado de un factor estresor. Además, esto se puede extender al tratamiento  de síntomas de enfermedades, discapacidades o riesgos.

Este tipo de intervenciones se puede realizar también en personas que cognitivamente estén bien. Se sabe que el sustrato de la alta creatividad es la actividad de una zona específica del cerebro, que es la frontoparietal (los muy creativos tienen una gran conectividad en esta región). Esto se puede medir y se puede inducir con técnicas de estimulación. 

Si se realiza puntualmente, dicha estimulación no provocará cambios duraderos, pero si se hace repetidamente, los cambios permanecerán. La cuestión que se suscita entonces es si estamos ante una práctica ética, a lo que Álvaro Pascual-Leone respondió que no, aunque matizó que el en caso de una enfermedad la perspectiva sería distinta. De todas formas este tipo de práctica no lograría curar, sino más bien aliviar síntomas específicos del Alzheimer, el Parkinson o la depresión.

En cualquier caso, Pascual-Leone  subrayó que hay que ser conscientes “del riesgo de estas prácticas si van más allá de una aplicación médica”.   

NUEVAS FRONTERAS EN TRATAMIENTOS

Álvaro Pascual-Leone concluyó su intervención con algunas reflexiones adicionales y respondiendo a algunas preguntas del público

En cuanto a la reflexión, señaló que se tiende a pensar en el cerebro como en un órgano para relacionarnos con el exterior y percibir el mundo, en realidad eso solo es el 50% del tiempo. El 50% restante el cerebro se dedica a monitorizar el mundo interno como notar que el corazón va rápido o que se tiene hambre, por citar dos ejemplos muy comunes.

Pero el cerebro no alcanza a todo, y a veces esto tiene consecuencias graves: el cáncer de páncreas es uno de los más letales porque se diagnóstica tarde ya que el cerebro no detecta dolor ni molestia alguna hasta que está muy avanzado. Esto sucede porque las células cancerosas segregan una sustancia que inhibe la percepción de dolor.

Hoy es posible realizar estimulaciones de determinadas zonas del cerebro en pacientes de cáncer de manera que noten el dolor y puedan anticipar una posible recaída, que de otro modo, no notarían. Esto implica una medicina con mucha inversión tecnológica y de computación y con muchos datos individuales. 

El estrés es un factor necesario para el funcionamiento cerebral pero siempre en una cantidad adecuada. esa cantidad es diferente para cada persona

Álvaro Pascual-Leone habló también del estrés, un factor necesario para el funcionamiento cerebral pero siempre en una cantidad adecuada. Esa cantidad es diferente para cada persona. Si excede el límite, entonces deviene un factor negativo. El impacto potencial del estrés sobre una persona puede ser medido y se puede intervenir para que sea menos nocivo.

Respondió también a una pregunta sobre el origen natural o cultural de la resiliencia del cerebro. Pascual-Leone dijo al respecto que hay formas de resiliencia que proceden de una estructura cerebral marcada por el origen genético, pero en otros casos es la cultura lo que tiene más peso. De hecho, ambos factores no son excluyentes, sino concurrentes.

Acerca de las enfermedades mentales, como el autismo, estas son también consecuencia del funcionamiento cerebral y, por tanto, pueden ser tratadas con terapias de estímulos cerebrales. Lo que todavía se desconoce es el substrato de este tipo de enfermedades. De todos modos, las terapias, aun sin llegar a la causa profunda, permiten aliviar muchos síntomas.

Pascual-Leone recordó, para finalizar, que muchas intervenciones orientadas a alterar la conducta no para fines médicos, sino de otro tipo, “no son ciencia ficción, sino realidad” y alertó sobre la necesidad de “nuevos derechos humanos” en el contexto del desarrollo tecnológico. 

La segunda parte del afterwork estuvo dedicada a la música, con un concierto de piano a cargo de Ignasi Cambra.

TAKEAWAYS DE LA SESIÓN

La actividad del cerebro nunca cesa ya que este órgano vive en modificación constante para adaptarse a los cambios del entorno.

La extensión de la vida comporta en general una mayor incidencia de enfermedades cerebrales, pero esto puede contrarrestarse con un programa de salud cerebral a lo largo de la vida que pueda facilitar la prevención.

Hoy se conocen determinados mecanismos de funcionamiento del cerebro que hacen posible terapias de estimulación que, entre otras cosas, pueden aliviar los síntomas de enfermedades graves.

Si estas prácticas se apartan de la aplicación en el ámbito médico, pueden plantear problemas éticos.

Las pautas de salud generales para el cuerpo (buena alimentación, descanso suficiente, ejercicio) tienen también repercusiones positivas en la salud del cerebro. Una pauta que parece ser más importante que las demás es tener un propósito vital. 

El cerebro puede dar muestras de gran adaptabilidad y resiliencia. Algunas personas reforzaron su salud cerebral durante la pandemia. 

El cerebro dedica la mitad del tiempo a relacionarse con el exterior y la otra mitad a monitorizar internamente el organismo.